- Principios nutritivos
El huevo, como la leche materna, es un alimento muy completo y esta
coincidencia no es casual. Ambos alimentos contienen todos los
principios nutritivos necesarios para mantener y desarrollar la vida de
un nuevo ser. En el caso de la leche, el bebe. En el caso del huevo, el
pollito.
Como no podemos seguir bebiendo leche materna al hacernos adultos (al menos no sin ciertos reparos) y a pesar de que no somos pollitos, los huevos nos van a aportar gran cantidad de buenas proteínas, grasas, minerales y vitaminas.
Resumiendo mucho, podemos decir que dos huevos enteros pequeños (unos 100 g) aportan 155 calorías, 13,6 g de proteína, 10,9 g de grasa, 56 mg de calcio, 2,2 mg de hierro, 138 mg de tiamina, 340 mg de riboflavina, 0,15 mg de Ácido nicotínico y 1.300 u.i. de vitamina A.
- Asimilación del huevo
La cocción hace que las proteínas (como ocurre con los almidones) sean más fácilmente vulnerables por las enzimas para la digestión, que en consecuencia se tienen que potenciar.
Cuando cocinamos un huevo, provocamos que se coagule la albúmina, una proteína del albumen que no puede ser asimilada en estado fluido. Cociendo el huevo, aunque sea solamente por pocos minutos, reducimos sus tiempos de permanencia en el estómago a sólo 90 minutos.

Como no podemos seguir bebiendo leche materna al hacernos adultos (al menos no sin ciertos reparos) y a pesar de que no somos pollitos, los huevos nos van a aportar gran cantidad de buenas proteínas, grasas, minerales y vitaminas.
Resumiendo mucho, podemos decir que dos huevos enteros pequeños (unos 100 g) aportan 155 calorías, 13,6 g de proteína, 10,9 g de grasa, 56 mg de calcio, 2,2 mg de hierro, 138 mg de tiamina, 340 mg de riboflavina, 0,15 mg de Ácido nicotínico y 1.300 u.i. de vitamina A.
- Asimilación del huevo
La cocción hace que las proteínas (como ocurre con los almidones) sean más fácilmente vulnerables por las enzimas para la digestión, que en consecuencia se tienen que potenciar.
Cuando cocinamos un huevo, provocamos que se coagule la albúmina, una proteína del albumen que no puede ser asimilada en estado fluido. Cociendo el huevo, aunque sea solamente por pocos minutos, reducimos sus tiempos de permanencia en el estómago a sólo 90 minutos.

Además de favorecer la asimilación de los nutrientes presentes, el calor actúa anulando los eventuales principios anti-nutricionales.
Queda claro pues que carece de sentido comer huevos crudos. En su lugar, habremos de comerlos cuando menos pasados por agua, o cocidos por completo.
La parte mala de los huevos es que al ser una proteína de tan alto valor crean en el organismo sustancias de defensa que pueden llegar a desencadenar fenómenos alérgicos.
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